Caminaba por las calles solitaria, las lágrimas rodaban colina abajo por mis mejillas, dejando a su paso ese rastro de sal que podía saborear cuando llegaban a la esquina de mis labios. Caminaba a mi paso, arrastrando los pies lentamente, como quien no quisiera llegar su destino, como si el tiempo fuera a detenerse, como si uno se volviera invisible. Las miradas volteaban sobre mí, curiosas, preocupadas, desinteresadas, y otros más me pasaban como si un fantasma lamentándose hubiese pasado a su lado, enfrente de aquellos escépticos. Paso a paso, sorbiendo mi bebida, tratando de tragarme estas lágrimas que no podían parar. ¡Y la música sin ayudarme! Se juntaban a mi ya viva nostalgia para hacer mi corazón estrujarse más. Oh música, arma de dos filos, que ayuda o desaira a aquéllos necesitados de consuelo. Y mi consuelo no llegó; necesitaba un abrazo entonces pero no había nadie conocido a mi alrededor. Extraños que seguían su camino a donde quiera que fueran... "Deja estas lágrimas atrás..." me repetía mientras trataba de sofocar ese llanto, pero inevitable. Finalmente llegué a la parada más cercana, sin embargo mi ruta había pasado a lado mío mientras me dirigía al lugar, ese pedazo de banqueta donde muchas veces tomaba el camión de ida a mi casa. ¿Esperar? Los ojos estaban sobre mi silencioso llanto, de segura tratando de adivinar la razón detrás de mis pesares, no creo que alguno haya dado en el clavo pero ciertamente, no me agradaba ser blanco de suposiciones. Entonces, preferí caminar de nuevo, seguí mi camino a otro lugar donde tomar el camión. Miradas furtivas seguían mi paso, traté como podía limpiarme la cara pero los tramos de agua seguían apareciendo, no podía secarlas cada segundo. Y entonces, me rendí. Al subir al vehículo que me llevaría a la tranquilidad de mi casa busqué con la mirada al asiento más lejano, cerca de la ventana y sin compañía. La música seguía resonando a través de los audífonos, canciones certeras que acompañaban a la nostalgia, otras más que lograban distraerme por los pocos minutos que estas duraban. Mi cabeza relajada sobre el vidrio de la ventana, mis ojos fijos en la calle, la gente pasaba con tanta tranquilidad. Por si fuera poco, la mente se llenó de memorias, de esas que sonríes al recordar y segundos después viene la añoranza de ese tiempo pasado, deseando volver a vivirlo... Nostalgia. La mirada perdida en el horizonte, las notas del piano atrapado en mi reproductor sonaban reconfortantemente, mis párpados poco a poco sucumbieron... El sueño vino a llenar mi ser, dejándome descansar al cerrar mis ojos. Qué importaba que las miradas voltearan sobre mi de nuevo, no estaría yo percatándome de ello... ¿y la nostalgia? Desistió por un tiempo, esperando en qué otro momento nos hemos de encontrar.
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