Viajando...

Aquí estoy yo, bajo la noche estrellada. La sensación del pasto debajo de mi cuerpo, rozando a piel desnuda de mis brazos. El viento, con su ágil movimiento se desplaza de un lado a otro en forma de fresca brisa que amenaza con hacerme tiritar en cuestión de segundos... Y yo, sin suéter.

Las estrellas me miran a lo lejos, observan que yo las veo. Me guiñan, yo puedo verlo. Esos puntos brillantes rodeados de pura oscuridad. Se acompañan unas a otras, se dan calor. Son compañía de la Luna, y yo... estoy sola.

Nada más, rodeada de pasto, estrellas, la Luna y la oscuridad.Nada más que mi presencia y mi soledad. Mi mente viaja en el tiempo, mi alma la sigue dejando a mi cuerpo vacío pero tan lleno de vida... Vacío porque las dos regresan al pasado, mi presente se desvanece, y ahora veo a esa chiquilla que jugaba a atrapar renacuajos en el grande estanque que se hacía después de la lluvia, echando uno por uno en la cubeta con mucho cuidado de no hacerles daño. Los miraba, veía como se movían, admiraba la naturaleza y cuando era tiempo de irse... Vertía el contenido de su recolección de regreso al estanque. Y al final, se marchaba con sus padres, esperando a la siguiente lluvia... Después la niña ha crecido. Juega a tocar música con un juguete cerca del vientre de su mamá, esperando que su hermana pueda escucharla. El bebé se mueve en el interior, es que le ha gustado la música improvisada... En este momento, el panorama cambia. Se encuentra con sus amigos; las conversaciones, las risas, las carcajadas retumban en mi mente como si estuvieran pasando en el momento, pero es tan sólo una ilusión, la magia de los recuerdos.

Regreso a mi realidad, las estrellas aún me miran. La Luna me ha dado la espalda y se ha escondido detrás de una nube. Las estrellas no tardarán en dejarme, se irán como lo hizo ella corriendo para seguir haciéndole compañía aunque sea detrás de esa nube gris... ¡Qué lástima! Ya no podré verlas. Por el momento estoy sola, pero yo también puedo dejar a esos astros como ellos me han dejado atrás. Yo puedo ir con las estrellas de mi vida que me acompañan en cada instante, mi familia, mis amigos de este presente. Pero un pensamiento llega a mi cabeza, es que quiero viajar de nuevo. Futuro, futuro... ¡Qué es lo que tienes para mí?... Cierro los ojos y me dejo llevar otra vez por mis cavilaciones, yace ahí mi cuerpo inmóvil pero no inerte, aún respira. Me transporto, pero no viene nada... Un fondo negro, es todo lo que puedo ver. Me concentro, respiro de nuevo. ¡Allí hay algo! ¡Una luz! A la lejanía, parece una estrella como las que vería si abro los ojos. Sin embargo, es muy remota. Intento tocarla, estiro mi brazo lo más que puedo pero no la alcanzo, eso no es suficiente. Un suave suspiro sale de mis labios y abro de nuevo las ventanas de mi alma. Para mi sorpresa, o tal vez no, ya no hay estrellas. Se han ido como lo había pensado, siguiendo el ejemplo de la Luna. Me han abandonado... La oscuridad reina el lugar ahora y el viento, frío se ha convertido. Me hela hasta los huesos y me recuerda a mi intento de viaje. ¿Es que no he abierto los ojos ya?

Futuro incierto... No sé que tienes para mí, pero sé que llegaré a esa luz. Haré todo lo posible a mi alcance para lograr la meta hasta ella, y quizá, cuando lo logre... Descubriré tus secretos.